Un entorno geológico de maniáticas formaciones rocosas que se ha cincelado a lo largo de millones de años por los elementos erosivos. El Valle de las Ánimas (La Paz, Bolivia) se presenta como uno de los lugares perfectos para desvincularse durante media jornada de la ciudad maravilla, La Paz, y hacer un visiteo a esta extensión árida de extravagancia sui géneris, esa que le da la consideración de ser uno de los lugares extraños de Bolivia de visita imprescindible.
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Es un área de algo más de 2.500 hectáreas ubicado al sudeste de la urbe y que se expone con la propiedad de sus imponentes y afiladas hileras pétreas cinceladas en el tiempo, primeramente, por el deshielo de los glaciares que había en la zona en épocas remotas y pulido a detalle, finalmente, por agentes erosivos menos agresivos como el agua y el viento. Una de tantas expresiones monumentales naturales que ofrece la Pachamama a la tierra boliviana.
Se trata de un entorno que posee una belleza desértica similar a la del Valle de la Luna, y situado en una zona cercana, con lo que se puede incluir en el mismo itinerario.
Tanto el Valle de las Ánimas como al Valle de la Luna se les considera popularmente como dos desiertos de estalagmitas, lo que definen perfectamente la disposición y forma de estas esbeltas creaciones rocosas…
UBICACIÓN-MAPA DEL VALLE DE LAS ÁNIMAS, LA PAZ, BOLIVIA
El lugar ofrece una oportunidad única de inmortalizarlo con una instantánea, que se ofrece desde diferentes perspectivas: la que hace al mortal insignificante ante la abrumadora prominencia de tan aguzadas representaciones naturales, esa que se debe ejecutar desde uno de los puntos bajos del lugar, o la búsqueda, desde una posición de altura, de una configuración que exponga al Valle de las Ánimas en alineación con el sereno perenne de La Paz, el siempre magno Illimani o algún hermano como el Mururata.
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EL MISTICISMO DEL VALLE DE LAS ÁNIMAS
Como siempre en Bolivia, se alimenta el misticismo de estos sitios con leyendas que los lugareños se encargan de conservar intactos en el tiempo y que siempre ensalzan el vínculo que el turista establece con estos parajes; es la magia indeleble que todo sitio de territorio boliviano tiene, esa de conjunción entre la beldad natural, la leyenda y la tradición ancestral.
Para esta ocasión, el ejercicio del “dime y diré” ha dejado una historieta que se suma al atractivo intrínseco del lugar: se cuenta que recibe el nombre debido al efecto visual que las afiladas formaciones plasman cuando sobre ellas cae la noche, dándole en síntesis un aspecto fantasmal, algo que se enfatiza por el romper de las ráfagas de viento, siempre presentes en la zona, con sus faldas peñascosas, dejando efectos sonoros que parecen un réquiem por algún alma, incluso el clamor mismo de ellas…
La explicación geológica a estas raras disposiciones geológicas hay que buscarlo en la naturaleza arcillosa de las zonas que rodean la ciudad de La Paz, mezclado, además, con una miscelánea mineralógica de menor presencia, pero suficiente como para dar sustento a la pretérita esbeltez de estos enormes peñascos y apta para darle virtud poli crómica a sus faldillas, caracterizadas por la multiplicidad de marrones y ocres.
Es evidente que se trata de un asiento andino sui géneris dentro de su propia variedad, de esos que por su lindura extraña es necesario conservar creando conciencia sobre su preservación; más, si cabe, cuando se trata de una paraíso natural ubicado en un territorio aledaño a una gran urbe, de esos que están amenazados por la presión urbanística.
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A este respecto, en el año 1995 se le dio protección municipal para evitar su urbanización, aunque aún en la actualidad hay voces que denuncian este insensato acecho.
Sea como fuere, y para disipar cualquier intento similar, lo mejor es promocionar su primor natural para que siga siendo una referencia turística que haga que se invierta en infraestructura y en protección; es el mejor respaldo que se le puede dar a este emplazamiento de gran llamativo.
Sintetizando, las razones que exigen tener presente lugar al Valle de las Ánimas como hito de visita irrefutable dentro del contexto de la urbe maravilla podrían ser los siguientes:
Su interés paisajístico que confina un ecosistema inaudito dentro del territorio andino…
La existencia de ruinas y restos arqueológicos que datan, incluso, de la época prehispánica…
El gran legado de picos y collados, incluida esta herencia geológica, que son seña de identidad propia de los alrededores de la ciudad; ese es el valor añadido que se suma al propio atractivo de la urbe…
El contacto y la protección de las comunidades que habitan el área del Valle de las Ánimas y que dan servicio a una zona destinada sin excusas a la explotación turística, además de traer los beneficios consiguientes para estos pobladores, fruto del visiteo foráneo…
Y, finalizando, y sin tanta justificación, el simple hecho de tratarse de un entorno que engendra un hechizo diferente y que complementa la variedad de oferta turística de Bolivia, esa caracterizada por la diversidad y multiplicidad…
Quiero invitarte a que veas el siguiente vídeo en el que se plasma perfectamente esta dualidad que yo he querido trasmitirte en esta publicación, la de su infinita belleza siempre ensombrecida por el acecho urbanístico desconsiderado.
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