
Aunque son más características de la parte peruana del lago Titicaca, pero presentes también en la parte boliviana, las islas flotantes de uros son uno de los símbolos más representativos de esta enorme extensión de agua y consecuencia del asentamiento milenario de una de las etnias más antiguas de cuantas ocuparon la zona andina del altiplano: los Uros.

El origen de estos islotes artificiales hay que buscarlo en la propia búsqueda de la autodefensa por parte de los Uros: optaron por el aislamiento de las civilizaciones que se asentaban en tierra firme y, desde allí, desarrollar un vida apartada e inmersa en sus quehaceres cotidianos, basados en actividades propias de subsistencia como la de la caza y la pesca, siendo ésta última la principal y la que durante siglos constituyó el núcleo principal de su alimentación.

El material constructivo base de las islas flotantes de Uros es la totora o espadaña, una planta esbelta y recia que se desarrolla principalmente en medios acuosos, como es el caso del lago Titicaca.

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Los Uros siempre ha buscado las zonas del lago sagrado donde más concentración de totora hay, para ahí construir estas curiosas balsas con un oficio de tejido de la propia totora de origen remoto y que se conserva hasta la actualidad.
Siempre han tratado de construir una gran masa de espadaña perfectamente entrelazada, denominada por los propios Uros como khili, con las condiciones óptimas de flotabilidad (aunque estén apoyadas en el lecho del lago) y de habitabilidad para poder asentar sobre ella todas las construcciones que forman parte de estos poblados flotantes: iglesias, locales, viviendas, etc.

Como comentaba al principio, la mayoría de la treintena de islas flotantes distribuidas por el lago Titicaca se hallan en la zona peruana, las más afamadas son las que están cerca de Puno; no obstante, en la actualidad hay varias ubicadas en la parte boliviana del Titicaca que se han construido con un llamamiento turístico y obedeciendo escrupulosamente a la estética y procedimientos constructivos ancestrales.
Al gran atractivo general del lago Titicaca se le unen pequeños intereses particulares de visita, como éstos, que le dan un toque diferente a una zona que, ya de por sí, está plagada de hitos de innegable atractivo turístico.

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Además permite el contacto con la siempre presente variedad cultural y étnica de Bolivia, expresada en esta ocasión a través de una de sus 36 etnias, la de los Uros.

Para quedarte impregnado totalmente de la esencia de estas extravagantes construcciones, te recomiendo que visualices el siguiente vídeo.